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TEMPLAR (1917 - 1924) |
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Cuando oímos el nombre de "Templar" (Templario), lo más probable es que se evoque la imagen de aquellos caballeros vestidos de blanco que estaban en primera línea de las batallas durante las Cruzadas. Lo que es poco probable es que se piense que la palabra "Templar" se refiere también a un coche de lujo, ya que se trata de la marca de un coche americano tan efímero como impresionante. Durante sus siete años de existencia, la “Templar Motor Company“ sólo produjo 6.000 ejemplares, de los cuales, hoy en día, sólo sobreviven unos 30 ejemplares.
Pocas cosas relacionadas con los Templarios pueden ser tan oscuras como este coche producido entre 1917 y 1924, una época en la que América disfrutaba de la prosperidad de la posguerra y de un fenomenal crecimiento de todos los sectores de la sociedad, incluyendo la Francmasonería.
Fue en esa época cuando fueron construidos muchos de los edificios más majestuosos de la Francmasonería. Edificios como la “House of the Temple” (la Casa del Templo), el “George Washington National Masonic Memorial“, o el “Detroit Masonic Temple“ fueron construidos en aquella época y nos hace reflexionar sobre el buen momento que vivía la Francmasonería, y también sobre el optimismo en general de la sociedad. Las cosas eran muy llamativas, tenían estilo y disfrutaban de una elegancia especial, hoy casi perdida. Era una época perfecta para el nacimiento de un coche como el “Templar”.
En 1916, a mediados de la Primera Guerra Mundial, un grupo de inversores de Cleveland decidió crear una empresa independiente de automóviles llamada “The Templar Motors Company”, tomando como nombre de marca de la nueva firma el nombre de los mencionados guerrerosos medievales, los Templarios.
Los fundadores iniciales de la empresa fueron, M.F. Bradley, W.J. Hunkin y D.C. Reed, y ocuparon los cargos de Presidente, Vicepresidente y Tesorero, respectivamente.
En un artículo de prensa de 1989 sobre la historia de la firma se destacaba que estos tres hombres eran influyentes hombres de negocios de la comunidad de Lakewood, pero no se sabe si eran Templarios o miembros de la Fraternidad Masónica.
La empresa instaló su primera fábrica en Lakewood, Ohio, en 1917, que en aquel entonces consistió en tres modestos edificios de madera. El primer automóvil “Templar” salió de las nuevas cadenas de montaje en julio de aquel mismo año.
En el mundo actual se definiría al “Templar” como un coche deportivo, pero en aquellos días en los que la “Templar Motor Company“ diseñaba y construía coches, era presentado como un "Superfine Small Car" (pequeño coche de lujo) tal y como proclamaba la empresa publicitaria: “No hay ningún coche mejor construido, más bien acabado y mejor equipado que el Templar”.
A pesar de que la mayor parte de las piezas del “Templar” fuera fabricada por proveedores externos, el motor (de gran cilindrada) era de diseño original y se fabricaba directamente en la fábrica del complejo de Lakewood.
Entre sus motores destacó un cuatro cilindros denominado "Templar Vitalic Top-Valve Motor", que proporcionaba 43 hp a 2.100 rpm.
Al principio la empresa ofrecía cuatro modelos distintos, con precios que oscilaban entre los 1.985 $ y los 2.225 $ de la época. Si tenemos en cuenta que en 1917 el Ford T más caro se vendía por unos 645 $, comprenderemos que el "Templar" con un precio casi cuatro veces más elevado era un coche caro.
Realmente se trataba de un coche de lujo. Cada coche lucía 27 capas de pintura y sus ruedas de madera estaban totalmente pulidas, y disponía de muchas opciones no disponibles en los modelos de la competencia.
A pesar de que en 1918 sólo de produjeron 150 unidades en la cadena de montaje de Lakewood, el final de la Primera Guerra Mundial ocasionó un aumento de la demanda de los coches “Templar”, de tal manera que en 1919 salieron 1.800 unidades de la cadena de producción de la empresa.
La aplicación de la “ley de la oferta y la demanda” provocó que este incremento de la demanda desembocara necesariamente en un aumento del precio de estos coches realmente únicos y empezaron a venderse a precios que oscilaban entre los 2.185 $ del Touring de 5 pasajeros o el Sportette de 4 pasajeros y los 3.285 $ del Touring Roadster de 2 pasajeros o el Sedan de 5 pasajeros. La empresa también disponía en su gama de un modelo intermedio denominado "Victoria Elite", que se vendía por 2.225 $.
En 1920, la “Templar Motor Company” tenía 106 distribuidores repartidos en más de 32 estados y 15 países. En aquel mismo año, la “Templar Motor Company“ se colocó en décimo quinto lugar entre los fabricantes de automóviles de los Estados Unidos. Esto representó un verdadero logro para la Compañía, ya que había más de 40 fabricantes americanos de automóviles en los años 1920.
1920 también proporcionaría nuevos éxitos a la “Templar Motor Company“, al margen del incremento de su producción y de sus buenas cifras de ventas. Aquel año, Erwin Jorge Baker, conocido como “Cannonball Baker”, consiguió un record de velocidad al volante de un “Templar”. Con una versón del Templar Sportette, denominada "The Recruiter” (El Reclutador), construida especialmente para carreras campo a través, batio muchos records.
Según “Hemmings Motor News“, Baker batió varios records importantes con el mismo coche. Entre ellos el de la carrera de Nueva York a Los Angeles, que realizó en 4 días, 5 horas, y 43 minutos, Nueva York a Chicago en 24 horas, 5 minutos, y Tijuana (México) a la “White Rock“ (Roca Blanca), (Colombia britànica), en 1 día, 20 horas, y 14 minutos. Baker terminó en 11º lugar en las 500 millas de Indianapolis de 1922 y fue el primer comisionado de NASCAR.
Al margen de algunos pequeños éxitos, los años que precedieron a la Guerra fueron duros para la empresa, con una serie de circunstancias que la condujeron a su final. Las piezas eran difíciles de adquirir y muchos de los contratos con proveedores de piezas para la empresa habían sido cerrados a precios de Guerra.
A pesar de haber producido 1.800 unidades en 1920, entre los años 1920 y 1921 la producción disminuyó un 10% respecto a los años anteriores. Esta caída de las ventas motivó a la empresa a recortar sus precios en verano de 1921 en más de 500 $ por modelo, pero esta medida resultó poco efectiva para salvar o vitalizar de nuevo las cifras de ventas que siguieron disminuyendo. Una segunda rebaja de otros 400 $ por modelo publicada en otoño también resultó poco efectiva.
Por si la bajada de ventas no hubiera sido suficiente, la empresa tuvo que enfrentarse a otro problema en diciembre de 1921 cuando un gran incendio provocó daños por valor de un millón de dólares en las plantas de montaje. Con verdadera perseverancia, Templar continuó produciendo más coches, y en la primavera de 1922 la producción en serie se sostenía con 8 coches por día aun a pesar de que las instalaciones podían producir casi tres veces más.
El año 1922 marcó el final de “Templar” al ser embargada la empresa a causa de una factura impagada y aunque se produjeron automóviles hasta 1924, la fábrica tuvo que cerrar literalmente cuando los bancos asumieron el control por impago de un préstamo. Al final de la historia 20.000 inversores perdieron más de 6 millones de dólares.
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