RUSKA - (1.970 - 1.982)



Tras la Segunda Guerra Mundial, un holandés llamado Arie Ruska se ganaba la vida en Amsterdam restaurando automóviles. A finales de los años 1960, Paul Huf, un prestigioso fotógrafo holandés, antiguo vecino y amigo de Arie Ruska, se puso en contacto con él para que le construyera un buggy como los que él había visto en América, y así fue como nació el primer buggie Ruska.

Arie Ruska tardó un año en terminar el primer coche,  que desde el principio se convirtió en un éxito rotundo ya que cuando otras personas lo veían querían poseer uno enseguida.

Los buggies de Ruska se construían utilizando chasis y motores Volkswagen, que pintados con colores brillantes llamaban mucho la atención. Ruska tenía cada vez más pedidos. De unos pocos ejemplares el primer año, pasó a una producción anual de entre 250 y 300 coches durante los años 1970. Los coches de Arie Ruska se vendían acabados y también en kit.

Ruska utilizaba fibra de vidrio para las carrocerías. Los moldes se hacían en madera, y en ellos se vertía la fibra de vidrio para la carrocería. El vertido, a causa del olor, se llevaba a cabo fuera de la ciudad.

Los chasis de los viejos VW se sometían a chorro de arena para sanearlos y se acortaban en función del modelo que se quería producir. Todo el trabajo se hacía artesanalmente y a mano en los talleres de Amsterdam y por esta razón Ruska es considerado uno de los últimos constructores de automóviles de los Países Bajos.

El número de modelos crecía constantemente y entre buggies y réplicas se llegaron a fabricar hasta diez modelos distintos.

El B1 Buggie, introducido en 1970 y del que hasta 1980 se llegaron a producir alrededor de 300 unidades, el Super Buggie, con faros integrados (no confundir con los Buggies Bugetta (USA) y Bugle (Reino Unido) de aspecto muy parecido), introducido en 1973 y comercializado en Alemania por Siegel, el Classica, introducido en 1974, el Sprinter, introducido en 1975, el Bugatti, introducido en 1976, el Regina, introducido en 1977, el Regina Royal, introducido en 1980, el Starter, también conocido como Jubileo, introducido en 1980, y el Sagitta, introducido en 1981.

El cerebro comercial que estaba detrás del éxito de Arie Ruska fue su esposa Christina. Sus conocimientos, amabilidad y entusiasmo eran reconocidos por todo el sector, que la apodaba cariñosamente “Cristina, la reina del Buggie”.

Tras doce años de gran éxito y de haber alcanzado una producción anual de 350 unidades, la introducción de un nuevo impuesto, conocido como BVB, hizo que los precios de los coches Ruska dejaran de ser atractivos. Las ventas en los Países Bajos se desmoronaron y Ruska continuó durante un corto período de tiempo gracias a sus exportaciones a Oriente Medio, pero la guerra entre Israel y el Líbano provocó que ese mercado también se paralizara.

Ruska desapareció como marca de automóviles de forma tranquila. Tras un intento fallido para comercializar en Holanda el Gurgel brasileño, Ruska se reconvirtió a taller Volkswagen especializado en el modelo Beetle.

Christina (la esposa de Arie Ruska) murió en 1994, Arie Ruska murió en 2000, y su hijo, Arie Ruska Jr. y su nieto Jeroen heredaron el negocio “Ruska Automobielen”, operando en Amsterdam como taller especializado.