A finales del siglo XIX, Louis Hoffman, un inmigrante de origen francés afincado en Cleveland, Ohio, se convirtió en un afamado fabricante de bicicletas. Como tantos otros fabricantes de bicicletas de la época, Hoffman quedó cautivado por los nuevos coches que se estaban fabricando en Europa. En el año 1900, fundó en Cleveland la “The Hoffman Automobile & Manufacturing Company” con el objetivo de fabricar automóviles.

Los primeros coches de Hoffman, estuvieron disponibles entre 1901 y 1902, y estaban impulsados por vapor, no obstante, la empresa fue cambiando gradualmente hacia los motores de gasolina, que eran más populares.

En el año 1903 Hoffman llegó a fabricar unos 100 ejemplares que se comercializaban a precios que oscilaban entre los 800 y los 925 dólares, y de los que tan sólo se conserva un ejemplar en el “Crawford Auto-Aviation Museum”. Este coche, con capacidad para cuatro pasajeros, estaba equipado con un motor monocilíndrico de gasolina, situado debajo del asiento del conductor para dejar la parte delantera disponible para el equipaje.

Finalmente en 1903, Louis Hoffman vendió su empresa a Edward Schurmer, el cual la reorganizó convirtiéndola en la “Royal Motor Car Company”, con el objetivo de producir un nuevo coche que se denominaría Royal Tourist, pero eso es ya otra historia.