HISPANO ARGENTINA - (1.929 - 1.938)



Entre 1929 y 1938, la firma “Hispano Argentina Fábrica de Automóviles, S.A.” (HAFDASA), produjo pequeñas cantidades de camiones, autobuses, automóviles, chasis y motores en general.

Un  poco de historia

En 1925, Arturo Ballester Janer obtuvo una licencia de representación para Argentina de la marca española Hispano Suiza. El acuerdo contemplaba en una primera etapa, la importación de los vehículos completos a Argentina, para posteriormente fabricarlos en ese país de forma local.

Pocos años antes, Arturo Ballester junto con su socio Eugenio Molina, habían instalado una planta para la producción de armas automáticas, y con el objetivo de poder realizar ambas actividades de forma paralela construyeron en el número 250 de la calle Campichuelo, en el barrio bonaerense de Caballito, una planta de 5.000 m2 equipada con la más alta tecnología disponible en ese momento, y fundaron la sociedad “Hispano Argentina Fábrica de Automóviles, S.A.” (HAFDASA), destinada a la producción de automóviles y motores Hispano Suiza, además de piezas y repuestos para esta y otras marcas de automóviles, camiones y ómnibuses.

Entre los modelos fabricados localmente en Argentina destaca el H6 (o Hispano Suiza tipo 46) un modelo avanzado a su tiempo que la española Hispano Suiza había empezado a producir en 1919. Era un magnífico modelo equipado originariamente con un motor de 6 cilindros y 6,6 litros con árbol de levas en cabeza, doble encendido, pistones y bloque de aluminio y con una característica de seguridad: el primer servofreno del mundo aplicado a las cuatro ruedas, cuya patente llegó a ser utilizada por famosas marcas europeas como Rolls-Royce. Algunas fuentes afirman que se construyeron unas 200 unidades de la versión local (cifra no contrastada).



El motor Criollo

En 1933, salieron de la planta los primeros motores de gasolina destinados fundamentalmente a equipar vehículos de transporte de carga y de pasajeros de diversas marcas. Poco tiempo después, el joven ingeniero Carlos Ballester Molina (1900-1964) (hijo de Arturo Ballester), incorporado a la sociedad desde finales de los años veinte, empezó a investigar con el fin de desarrollar un motor Diesel de alto rendimiento. El proyecto avanzó y derivó en la presentación de tres prototipos del denominado “Motor Criollo” en sus versiones D1 de 4 cilindros y 75hp; D2, de 6 cilindros y 95hp y D3 también de 6 cilindros, pero con una potencia incrementada a 150hp.

Las magníficas prestaciones de esos motores les dieron tanta popularidad que impulsaron a la empresa a ampliar sus actividades fabricando también chasis y carrocerías para camiones y ómnibuses, llegando incluso a abastecer con vehículos blindados al ejército argentino, que también utilizó sus camiones Criollo Chico 4x4 (motor de 95hp) y Criollo Grande 6x6 (motor de 150hp). Estos últimos se utilizaban como tractores de piezas de artillería de 155 mm.

La experimentación de Ballester Molina con el motor Criollo lo llevó a la construcción de un prototipo de vehículo desarrollado a partir de un chasis aligerado de camión. Con ese prototipo, Molina alcanzó en 1939, un récord al recorrer 1.200 kilómetros a una velocidad promedio de 135 km/h llegando en algunos tramos a 170 km/h.

Aunque no hay cifras oficiales, se estima que “Hispano Argentina” (HAFDASA) produjo más de 6000 motores de gasolina y diesel, los últimos de patente Lycoming, que en un principio se importaban de los Estados Unidos.

A pesar de todo esto, la empresa atravesó dificultades financieras y abandonó sus actividades en el sector de la automoción, concentrándose en la producción de material bélico hasta su cierre definitivo en 1961.



El P.B.T.

El acontecimiento más importante de la empresa en 1938, fue el lanzamiento de un pequeño vehículo denominado P.B.T., destinado a desarrollar el mercado argentino. Se trataba de un pequeño automóvil descapotable con capacidad para dos pasajeros, económico y de bajo consumo, equipado con un motor de 2 cilindros y 550cc, ubicado en el eje delantero. El propulsor, refrigerado por aire, tenía pistones de aluminio y bielas montadas sobre rodillos. Alcanzaba una velocidad aproximada de 90 km/h. El precio del P.B.T. era de 2.000 pesos, lo que lo hacía sumamente atractivo y popular. A los pocos días de su presentación ya se habían vendido 33 ejemplares. Lamentablemente, el estallido en Europa de la Segunda Guerra Mundial impidió a la empresa la importación de materiales indispensables para su producción por lo que se fabricaron pocas unidades.



Otros prototipos

El conflicto bélico también afectó al desarrollo de dos interesantes prototipos destinados al mercado argentino de alto poder adquisitivo y que fueron desarrollados por el ingeniero Ballester Molina en base a modelos Hispano Suiza de 1932 y 1937. Ambos modelos estaban equipados con el “Motor Criollo” en versiones de 4 y 6 cilindros y compartían el mismo bastidor. Las carrocerías, eran berlinas de lujo de cuatro puertas para cuatro pasajeros, y fueron construidas por el carrocero Fortunato Francone y Cia., (antigua Casa Duni), utilizando en algunos casos, componentes de vehículos Hispano Suiza como los faros Marchal. El prototipo más grande llamó la atención por su avanzada línea aerodinámica, destacándose la inclinación del parabrisas, la baja altura de las ventanillas y la curvatura del techo que provocaron que el coche fuera apodado popularmente como “El Redondo”. Otro detalle lo constituía la ausencia de estribos y los guardabarros de grandes dimensiones pintados en un color distinto al de la carrocería. Para aumentar la imagen aerodinámica, los traseros eran carenados. Ambos modelos causaron gran expectación y admiración cuando fueron presentados oficialmente en la Casa de Gobierno ante la presencia del entonces Vice-Presidente de la Nación Dr. Castillo.



El Nandú

El Arsenal "Esteban de Luca" construyó el prototipo de un robusto vehículo de mando 4x4 tipo Jeep denominado Nandú (El Nandú es un ave parecida a un avestruz pequeño, originaria de American del Sur), impulsado por un motor de gasolina de 76hp fabricado por HAFDASA (Hispano Argentina Fabrica de Automóviles, S.A.). El prototipo fue probado el 11 de septiembre de 1945. En 1946 se pidió autorización al Ministerio de Economía para producirlo en serie, pero no se autorizó diciendo que su construcción era muy cara ya que Argentina estaba recibiendo Jeep Willys desde Bélgica a 700 dólares. Se fabricaron 4 prototipos, el primero fue llevado a un museo de algún cuartel, perdiéndose el rastro, a los otros 3 los subastó el Banco Municipal, comprando uno un Ingeniero llamado Reuter, quien luego se lo regaló a un colaborador llamado Victorino. El vehículo fue adquirido finalmente por Claudio Pizzico, que lo reconstruyó.