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GAYLORD (Gaylord, Michigan, USA) - (1.910 - 1.913) |
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En 1910, en la población de Gaylord, y tomando una taza de café, se conocieron A.B. Comstock, un banquero local, y Guy Hamilton, un maquinista de Detroit que había abandonado la ciudad para disfrutar en Gaylord de unas vacaciones de pesca. Comstock y Hamilton pensaron que era posible convertir la población de Gaylord en otro Detroit de la era del automóvil. La crisis de principios de siglo había afectado a Garlord y Comstock sabía que Gaylord necesitaba un empujón económico para impedir que la ciudad se convirtiera en un pueblo maderero fantasma.
En esa primavera de 1910, la idea de construir una fábrica de coches en Gaylord fue tomando forma. Si se proporcionaban coches a los agricultores, harían más productivas sus granjas y se construirían nuevas casas. La lógica hacía prever que la población se estabilizaría ya que la fábrica podría proporcionar empleo, y la venta de los coches podría hacer prosperar toda la zona. Casi de inmediato, un grupo de hombres de negocios locales creó un comité para organizar la empresa. A.B. Comstock fue nombrado Presidente y Guy Hamilton, Director General de la fábrica.
El comité comisionó a Comstock y Hamilton para ir a Detroit y construir allí un coche, utilizando piezas procedentes de diversas empresas (que era una forma habitual de construir coches en aquella época) para posteriormente traer el diseño a Gaylord, en donde se iniciaría la producción. Las acciones de la empresa se pusieron a la venta, y se reunieron 50.000 dólares, con lo que se construyó de inmediato una planta de montaje. Al regreso de Comstock y Hamilton con el modelo construido, la “Gaylord Motor Car Company” se había hecho realidad. Hamilton decidió construir un coche de turismo que fuera robusto y utilitario y una pick up para los agricultores. Así pues se inició la producción de los dos modelos en 1910, el Gaylord 30 Touring Car, muy resistente y con un motor de 30 hp, y el Gaylord 20, un coche utilitario de carga propulsado por un motor de 20 hp. El primer año de producción, se montaron y vendieron aproximadamente 50 coches.
Los modelos de 1911 incorporaron cambios y mejoras y la empresa empezó a ofrecer el “D-S 30 Touring Car”, el “Roadster” de dos plazas, y el modelo “R-20 Utility Roadster”.
En 1912, los modelos siguieron incorporando mejoras y mayores refinamientos, y fue lanzado el modelo “U”. El modelo “U” estaba equipado con un motor de 35 hp. Posteriormente se realizaron cambios en la transmisión del modelo “U” y fue presentado el modelo “U-40” que estaba equipado con un motor de 40 hp.
Debido a dificultades financieras, la empresa tuvo que reorganizarse en 1912, y una nueva dirección se hizo cargo. En 1913, fueron presentados los modelos “D Runabout” y “D Touring Car”. Tenían motores de 30/35 hp. Fueron los últimos modelos producidos por la empresa.
Los problemas financieros acuciaron a la empresa en 1913 pues los 50.000 dólares de capital no eran suficientes para manejar una empresa de fabricación de automóviles, y los empresarios madereros no quisieron apoyar financieramente a la empresa cuando más lo necesitaba. No fue hasta el 26 de enero de 1919, cuando se produjo oficialmente el final de la “Gaylord Motor Car Company”, y fueron vendidas todas sus propiedades y licencias.
La “Gaylord Motor Car Company” había sido un sueño perseguido y se había hecho realidad. La compañía, en su breve trayectoria había fabricado automóviles utilizando componentes y piezas de otras empresas. Se rumorea que algunos de sus motores eran motores REO, los ejes y las ruedas eran de EMF, las lámparas estaban fabricadas por E & J COMPANY. Parece ser que los chasis y bastidores eran construidos en Gaylord, y el ensamblado de todos los componentes también era realizado en Gaylord. La mayor parte de los coches eran azules o negros, colores típicos de la época. Debido a que no hay ninguna constancia documental de la empresa, todos estos datos han sido recogidos, preguntando a los ancianos del lugar que recordaban el coche.
Esta parte de la historia habla del único ejemplar superviviente, que está expuesto las 24 horas del día en el “Chamber Information Center“ de la Cámara de Comercio de Gaylord/Otsego, y de cómo llegó a parar allí.
Ivan Polus es el personaje principal de esta historia. Un muchacho que creció en la cercana Elmira y que materializó su sueño de encontrar y restaurar un viejo Gaylord 30. Uno de sus amigos le comentó que todos los coches Gaylord habían desaparecido, a no ser que pudiera encontrar alguno abandonado en algún viejo granero.
En 1963, Ivan Polus y su esposa encontraron los restos de un Gaylord 30 de 1911, en un viejo granero de Ocqueoc, Michigan, aproximadamente a sesenta millas de Gaylord. Le preguntó al agricultor si todavía poseía el resto del coche, y el viejo agricultor le dijo, “Sí, lo tengo, pero no creo que usted esté interesado en él” Cuando Polus le preguntó por qué, el agricultor le dijo que el coche estaba hecho una basura. Polus entonces le preguntó de nuevo al agricultor que por cuanto dinero estaría dispuesto a vender el coche, y el anciano le dijo, “Cincuenta dólares”. Polus estaba tan nervioso y excitado que no acababa de creer lo que acababa de oir, y le preguntó de nuevo el precio al agricultor, y éste le dio la misma respuesta.
Cuando abrieron la enorme puerta del granero aparecieron los restos del automóvil, y un escalofrío recorrió el cuerpo de Ivan Polus. El motor estaba suelto y fuera del coche y la carrocería estaba colgada sobre una pasarela. Las luces y otras partes del coche estaban dispersadas por encima, y las defensas estaban al aire libre detrás del granero. La columna de la dirección y el volante estaban bajo el cobertizo de madera. El parabrisas estaba en la casa. La mayor parte del coche estaba todavía allí. Polus pagó al agricultor, y podía afirmar por la mirada de éste que le había tomado por un chiflado. Dió la vuelta, cargó las piezas y se fue a su casa.
La casa de la familia Polus estaba en Whitefish, Montana, y allí inició la ardua tarea de restaurar y devolver a su forma original el Gaylord 30.
El coche tenía la marca GMC sobre el radiador por “Gaylord Motor Company” (no confundir con General Motors Corporation) y el nº 94 en el bastidor en un letrero con el nombre de Gaylord 30, indicando que era el coche nº 94 construido en 1911. El coche disponía de lámparas de gas, luces laterales de queroseno y un tanque de gas de 10 galones alimentado por la acción de la gravedad. Disponía de un indicador del nivel de aceite para comprobar el flujo del mismo. Se trataba de un buen coche para la época pero su precio era demasiado elevado (entre 1.000 y 1.700 dólares). Su competidor principal, el Ford, costaba aproximadamente 750 dólares.
En 1981 la Ciudad de Gaylord celebraba su centenario, y a David Bunn, un entusiasta de los coches antiguos le encargaron que preparara un desfile para la celebración. Bunn conocía la existencia de la “Gaylord Motor Car Company” de principios del siglo XX.
Tras descubrir la historia del tesoro encontrado por Polus y de su restauración, Bunn le siguió la pista al coche con la esperanza de devolverlo a Gaylord a tiempo para la celebración del centenario. Encontró el coche en Kalispell, Montana, ahora propiedad de Charles Vernon, que le había comprado el coche completamente restaurado de Ivan Polus. Bunn voló a Montana para ver el coche con Hugo Noeske, un mecánico, y quedaron asombrados por la belleza del coche completamente restaurado por Polus.
Polus había realizado una restauración magnífica. Volvió a reconstruir el coche entero él mismo utilizando algunas fotos de la fábrica. A menudo, las restauraciones son realizadas muy lentamente y por diversas personas, lo que provoca a veces que algunas piezas o componentes no “encajen” exactamente con el modelo original. Pero no era el caso del Gaylord 30.
Vernon ofreció el coche a la Cámara de Comercio del Condado de Gaylord/Otsego por 16.000 dólares, un precio muy razonable para un coche de esa clase. La Cámara de Comercio, a través de bancos y patrocinadores locales recibió un donativo para comprar el coche. El dinero fue recaudado mediante un telemaratón de una semana en la emisora de radio local. En esa semana se recaudaron 24.000 dólares para la compra y mantenimiento del coche.
El 10 de octubre de 1981, el Gaylord 30 llegó a Gaylord listo para participar y embellecer el desfile del Centenario. Ese fue un gran día para Gaylord, y también un gran éxito para David Bunn y todos los patrocinadores que con sus aportaciones hicieron posible que el Gaylord 30 volviera a casa. Desde entonces, el coche preside la magnífica “Alpenfest Grand Parade“ de cada año.
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