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BERTONE (1912...) |
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NUCCIO BERTONE - El lápiz mágico que no volverá a pintar
El nombre de Bertone figurará siempre entre los maestros del diseño industrial. Sus trabajos, junto con los de Pininfarina y Giugiaro, marcaron una época en el desarrollo del automóvil a partir de la segunda mitad de la década de los 60. La muerte del carrocero italiano, que falleció un miércoles 26 de febrero de 1997 en Turín a la edad de 82 años, después de estar 45 al frente de la Carrozzeria Bertone de Turín desde que su padre le cediera la dirección de la empresa en 1952, conmocionó al sector, aunque su recuerdo permanecerá siempre vivo en las muchas aportaciones que su lápiz ha dejado.
Sus pupilos en
la Carrozzeria Bertone continuarán un estilo que vio la luz en 1912. Fue en esa
fecha, dos años antes de que naciera Giuseppe Bertone, a quien se conocería más
por el apelativo piemontés de Nuccio, cuando Carrozzeria Bertone inició su
actividad.
El padre de
Nuccio decidió dejar la agricultura y montar en el barrio turinés de Borgo San
Paolo un taller artesano. "Mi padre", contaba Nuccio, "comenzó
realizando coches de caballos y mejorando carrozas". Su primer contacto con
el mundo del automóvil llegó a través del ingeniero Momo, responsable de la
SPA, una de las marcas automovilísticas pioneras en Italia, que le encargó que
carrozara un coche para un cliente muy especial. Aquel primer contacto dio lugar
a una estrecha colaboración primero con la firma SPA y después con Lancia.
Los
inicios
La relación entre Vincenzo Lancia y Giovanni Bertone fue haciéndose cada vez más estrecha, y aunque Bertone siguió carrozando para otros fabricantes, entre 1928 y el principio de la Guerra Mundial, se puede hablar de una cierta exclusividad. Para entonces se había incorporado a la empresa el joven Nuccio, a falta de dos cursos para obtener el doctorado en Economía y Comercio que, absorbido por el trabajo de la empresa familiar, nunca llegó a obtener.
En 1934,
Giovanni y Nuccio Bertone inauguraron un nuevo taller, con un buen equipamiento
industrial que les permitió empezar a realizar prototipos con propuestas técnicas
y estilísticas revolucionarias.
Aunque Vincenzo
Lancia propuso a Bertone comprarle la Compañía, éste se negó. Su decisión
de mantenerse independiente le costó al joven Nuccio muchas visitas a las redes
comerciales de las marcas en busca de pedidos. Durante la II Guerra Mundial,
Bertone se dedicó a carrozar ambulancias y camiones militares, logrando
mantener sus instalaciones en bastante buen estado. Terminada la contienda,
Nuccio inició una etapa deportiva que duró seis años. Una época a la que
Bertone achaca su especial cariño por los coches deportivos.
El momento
verdaderamente importante para Bertone llega precisamente a finales de 1952,
fecha en la que su padre le cede la dirección de la empresa, lo que le obliga a
dejar la competición. Y fue precisamente durante ese año cuando Alfa Romeo le
pide diseñar y producir un coupé del que debería hacer unas 1.000 unidades.
El coche, que
recibió el nombre de Giulietta, sería un auténtico éxito y Alfa terminó
ampliando la demanda hasta las 36.000 unidades. El Giulietta hace que Bertone
deje de ser un simple carrocero para convertirse en un industrial con una
capacidad de producción de hasta 32 coches por día. Paralelamente continuó
realizando carrocerías especiales como la del Bat 5, que tendrá su continuación
en los Bat 7 y 9, siempre con mecánica Alfa Romeo.
Al margen de su
indiscutible aportación a nivel industrial, Bertone dejó una saga de diseñadores
tras de sí. Y es que Bertone ha sido, además, una escuela de carroceros. Antes
de la guerra, algunos de sus diseños surgieron de la mente creadora de Mario
Revelli de Beaumont; después, Franco Scaglione a quien sucedió el joven
Giorgio Giugiaro, convertido posteriormente en su amigo y competidor al frente
de Italdesing.
Marcello
Ghandini, el autor de los más recientes modelos de Maserati, Lamborghini y
Bugatti, y Marc Deschamps, dieron sus primeros pasos profesionales en el estudio
de Bertone en Caprie, una pequeña localidad situada a 25 kilómetros al norte
de Turín.
Coches
de ensueño
Después del Giulietta hubo otros muchos modelos de éxito. La historia de Bertone está cuajada de logros. Alfa Romeo, Fiat, Lancia y Lamborghini le encargaban el diseño de las carrocerías de sus modelos.
De la punta de
su lápiz salieron el Lamborghini Miura, el Lancia Stratos, el Fiat Ritmo o el
Alfa Romeo Montreal. Incluso Ferrari, que tiene un acuerdo no escrito con
Pininfarina para que le carroce sus coches, le encargó el Dino Coupé. En los años
70, Citroën también firmó un contrato con él, siendo suyas las carrocerías
de los Visa, XM, ZX y Xantia, entre otros.
Pero Bertone
tenía claras cuáles eran sus preferencias y no podía ocultar que sentía un
especial cariño por algunos de sus hijos. El Alfa Romeo Giulietta o el Lancia
Stratos, entre los coches de producción, y los Alfa Romeo Carabo y Bat, entre
los prototipos, eran sus predilectos.
Su pequeño
estudio de diseño de Caprie fue creciendo al cabo de los años, e incluso
desdoblándose en una pequeña planta de producción de vehículos especiales,
una división de su empresa que ha trabajado para diversos fabricantes como Fiat,
Volvo, Opel, Daihatsu, etcétera. En total, en 1997 ya daba empleo a 1.500
operarios y su volumen de negocio superaba los 50.000 millones de pesetas
anuales de aquella epoca (más de 300,5 millones de € actuales).
Todo lo que él
consiguió durante tantos años de creatividad y de esfuerzos queda ahora en
manos de sus dos hijas: María Juana, arquitecta, que controla el área de diseño,
y Bárbara, economista, que dirige la parte industrial. Sus vástagos asegurarán
la continuidad de una escuela. El lápiz del maestro de los diseñadores
industriales no volverá a pintar, pero su recuerdo queda vivo en los modelos de
hoy y del mañana. Nuccio Bertone fue un adivino de las nuevas tendencias del
mercado, como él mismo definió su trabajo en una entrevista. "Somos
adivinos", decía en referencia a los diseñadores, "de todo eso que
los más capacitados analistas son incapaces de predecir".
Sólo
carrozó un coche para Ferrari
A lo largo de su fructífera vida profesional, Bertone colaboró con un amplio número de fabricantes. Algunos de éstos reconocen el trabajo del carrocero y otros, en cambio, lo esconden. General Motors, Opel, Citroën, Volvo, Fiat, BMW, Alfa Romeo, Skoda, Innocenti y un largo etcétera, figuran entre quienes airean su colaboración.
Pero, además
de éstas, existe una larguísima lista de firmas, japonesas y europeas, que han
recibido cuanto menos sugerencias de tipo técnico y estético del carrocero
italiano.
Contaba Bertone
que esto era algo que tenía que ver con el prestigio. "Algunos fabricantes
querían que la firma del diseñador quedase sellada en sus modelos porque
pensaban que esto le daba cierto caché al producto". Sin embargo, hay una
marca, mítica dentro del mundo del automóvil que, a pesar de ser italiana, no
ha tenido más que un contacto simbólico con Bertone. Se trata de Ferrari para
la que sólo diseñó el Dino 308 GT4. Un modelo conmemorativo del acuerdo de la
marca del cavallino rampante con la también italiana Fiat. Sin embargo Nuccio
Bertone recordaba como excelente la relación que tuvo con Enzo Ferrari. Uno de
los motivos que propiciaron que esta relación no prosperase fue el no querer
entrar en competencia con Pininfarina, que de esta forma ha podido mantener la
exclusividad en el diseño de los Ferrari. Y Bertone se sacó esta espina
carrozando especialmente alguno de los Ferrari que compró para su uso personal.
Textos: Ana Rivas (1997)
Adaptación temporalidad de los textos: Josep Astudillo (2003)
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