Se dice del Porsche 917 que es el automóvil de competición más grande de todos los tiempos. Esa fue la afirmación que en 1997, surgió de una votación entre expertos de Motor Sport Magazine.

Ferdinand Porsche invirtió 2 años de desarrollo intensivo en este coche, basándose fundamentalmente en los Porsche 908 y 910. En marzo de 1969 se presentaba el Porsche 917, que desde el primer momento mostró sus particularidades: un asombroso rendimiento y una complicada conducción, que hizo que muchos pilotos de primera línea se negaran a montarse en él. Esto se debía en parte al tremendo carácter de su motor de inyección de 4494cc con 12 cilindros Boxer, 24 válvulas en V y más de 520 CV. Un “monstruo” surgido a raíz de “unir” 2 motores del Porsche 911 de la época. Más adelante surgiría una evolución con más de 630 CV. Si a esa potencia “normal”, le añadimos un peso del conjunto de sólo 800kg, el resultado era una relación peso/potencia de 1.3 kg/cv (la de un Bugatti Veyron es de 1.9 kg/cv).

El carácter de este corcel fue domado con una revisión del sistema de suspensiones y dirección, que hizo que el 917 estuviera al alcance de más pilotos, alcanzando un éxito absoluto. Tan absoluto, que la FIA tuvo que eliminar la categoría en la que competía el 917, debido al abusivo éxito que éste alcanzó. Sólo un par de cifras: en LeMans (1971), alcanzó una punta de 396 km/h, con un 0-100 de 2,7 segundos.

La maqueta

Esta preciosa maqueta de AutoArt, es una réplica del Porsche 917K que Steve McQueen utilizó en 1971 para rodar la película “Le Mans”, en la que se revivía y conmemoraba la victoria del 917K en la edición de 1970 de la prestigiosa carrera de resistencia.

El éxito de la película acompañó nuevamente la victoria del 917K en la edición de 1971 del mismo certámen automovilístico.